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Durante más de 500 años, las calles de la Judería han acogido a una comunidad hebrea que todavía persiste en el mismo barrio. Sus cinco sinagogas, el Museo Ebráico, las placas que recuerdan a personajes ilustres o hechos históricos se mezclan con restaurantes de comida Kosher, librerías de temática judía y tiendas artesanales, mostrando al visitante una de las caras más desconocidas de Venecia, y a la vez, más atractivas.

Uno de los lugares más desconocidos de Venecia y a su vez más interesantes, es la Judería, o mejor dicho el «Ghetto Judío de Venecia»: el ghetto más antiguo del Mundo. Se trata de un pequeño barrio situado en el Sesttiere de Cannareggio, muy próximo a la Estación de Tren de Santa Lucía, que cuenta con dos puertas, una de entrada y otra de salida, las calles que nos encontramos en su interior no nos llevan a ningún sitio, son calles cortadas o que conducen a un pequeño patio. Este barrio, antes de ser destinado a encerrar a los judíos, era un barrio de artesanos dedicados a la fundición de metales. En dialecto veneciano la palabra «ghettar» quiere decir fundir metales, y como el barrio estaba lleno de talleres de fundición, se le conocía como «ghetto», manteniendo este nombre aún cuando los talleres desaparecieron y se fueron transformando en casas y locales utilizados por los judíos. Por este motivo decimos que es el primer «ghetto» de la historia, sin embargo no podemos decir que se trate de la primera judería, ya que éstas abundaban en Occidente mucho tiempo antes de que surgiera este «ghetto».

El «ghetto» de Venecia nace en 1516, antes de esta fecha ya había ciertos núcleos de población judía en la ciudad, estos tenían prohibido habitar en los seis barrios de Venecia pero tenían cierta libertad para moverse por los alrededores de la ciudad. Uno de los lugares elegidos por los judíos para vivir fue una isla próxima a la Plaza de San Marcos, pero fuera de los límites de la ciudad. A esta isla se le dio el nombre de Giudecca (judería en dialecto veneciano). El cercano pueblo de Mestre, junto al río Piave, también fue un lugar utilizado por los judíos para situar sus residencias. En el año 1492, la reina Isabel I de Castilla firmará el Decreto de la Alhambra, por el cual todos los judíos que habiten en Castilla tendrán que abandonarla en los próximos cuatro meses, teniendo como única opción la conversión al catolicismo, Fernando II en Aragón y Juan II en Portugal seguirán los pasos de la Reina Isabel dejando la Península Ibérica libre de población judía. Los judíos «sefardies», que es como se nombran a los provenientes de la Península Ibérica, buscarán una nueva vida en Marruecos, pero las relaciones entre judíos y musulmanes serán tan complicadas que muchos buscaron cobijo en otros lugares de Europa, acabando en Venecia gran parte de ellos. El aumento de población judía en las proximidades de Venecia provocó que el Dux, Leonardo Loredan, proclamase un decreto en 1516 por el cual los judíos estarían obligados a residir dentro del «ghetto». También de otros lugares llegaban judíos a la ciudad de los canales, con la esperanza de que al menos allí pudiesen tener una casa y un trabajo sin miedo a ser expulsados o asesinados, es el caso de los judíos procedentes de Alemania, llamados los «tedescos», los del este de Europa (Grecia y Turquía sobre todo), apodados los «levantinos» y una gran cantidad de población judía procedente de Roma. La llegada de judíos de diferentes nacionalidades otorgó al «ghetto» una enorme mezcla cultural que todavía hoy podemos respirar en sus calles.

La vida en el «ghetto» no era fácil para sus habitantes, enormes puertas de madera cerraban los dos accesos al «ghetto» para que los judíos no pudiesen salir del barrio, sobre todo después de caer el Sol. Los accesos al «ghetto» estaban vigilados por guardias cristianos que controlaban las entradas y salidas de los judíos, las cuales tenían que ser sólo de día, debían ir ataviados con birrete e insignias que los identificasen y tenían que haber pedido permiso previamente. Las labores que podía realizar un judío también estaban limitadas y podemos resumirlas en tres profesiones: prestamistas, tenemos que entender que los judíos que habían conseguido huir de sus tierras después de ser expulsados, eran personas con cierto poder adquisitivo, ya que los judíos pobres no tuvieron más opción que convertirse al cristianismo, en el caso de España, los Reyes Católicos permitieron a los judíos vender sus casas antes de abandonar España, lo que hizo que pudieran incrementar sus divisas; médicos, la formación ha sido siempre uno de los pilares más importantes para la población judía, los médicos judíos estaban mejor preparados que los cristianos, y esto unido a que Venecia sufrió a finales del Siglo XVI una segunda oleada de peste negra, hizo que los médicos judíos fuesen muy respetados en la ciudad; y la tercera profesión es la de comerciantes de telas de segunda mano, llamados también «traperos», esta profesión la ejercían los judíos pobres, que básicamente eran los que venía de Roma ya que, como hemos dicho anteriormente, los judíos que emigraban desde otros estados solían ser judíos ricos. La República Veneciana también prohibió a los judíos la compra de viviendas, estaban obligados a arrendar casas a venecianos de origen. El incremento de población judía en el «ghetto» hizo que las casas tuviesen una superficie muy pequeña, y que los edificios creciesen en altura ya que el espacio en horizontal estaba cada vez más limitado, motivo por el cual al «ghetto» se le denominó el «barrio de los rascacielos», una característica que todavía en la actualidad podemos observar.

Las medidas de confinamiento y restricciones que sufrieron los judíos se extendieron en el tiempo hasta durar casi tres siglos, en el año 1797 será el emperador francés Napoleón Bonaparte quien después de ocupar Venecia y acabar para siempre con el poder de los Dux, retirará por primera vez las puertas del «ghetto» y las quemara en una de las plazas del barrio, otorgando libertad de movimiento a los judíos, aunque no podrán fijar su residencia fuera del «ghetto». Será en 1866, con la anexión de Venecia al Reino de Italia, cuando los judíos disfruten de absoluta libertad. La tranquilidad para esta comunidad terminó en 1939 cuando las tropas nazis secuestraron sin piedad a familias judías para llevarlas a campos de concentración, las «piedras de la memoria» que se reparten por los adoquines del «ghetto» dan buena prueba de ello. El escultor alemán Gunter Demnig ideó en los años 80 estas piedras, también denominadas «stolpersteine» para homenajear la memoria de esta familias secuestradas, como ocurre en Berlín, Budapest o Roma, en Venecia podemos ver estas piedras en muchos rincones del «ghetto», indicándonos en su interior el nombre de la persona secuestrada, el año del secuestro y el campo de concentración en el que cumplió condena, Auschwitz en la mayoría de los casos. La forma que tenían de proceder los nazis era contactar con los rabinos de las distintas comunidades judías, ya que estos tenían en su poder unas listas en las que se indicaba el nombre de todos los judíos que pertenecían a su comunidad además de su dirección, si el rabino facilitaba esta lista a los nazis tenía la posibilidad de salvar su vida. Sin embargo en Venecia ocurrió lo contrario, cuando los nazis entraron en el «ghetto», el líder de esta comunidad, el médico Giuseppe Jona, quemará esta lista y se suicidará, permitiendo así que muchos judíos pudiesen huir de los nazis. La comunidad judía agradeció este gesto colocando una placa en el «ghetto nuevo» el 7 de Diciembre de 1947, para honrar la figura de este médico.

De los 5000 judíos que llegaron a habitar el «ghetto», actualmente hay una comunidad de aproximadamente 50 habitantes. Esta comunidad se ocupa de gestionar los locales del barrio: restaurantes de comida Kosher, librerías, tiendas de artesanía hebrea…así como sus cinco sinagogas: la italiana, la tedesca, la cantón, la levantina y la más grande e importante, la «sefardie» o española. Estas sinagogas presentan un aspecto bastante humilde en el exterior concentrando toda la decoración en el interior de las mismas. Sobre la fachada de la Sinagoga Levantina se dispone una placa donde aparecen todos los muertos judíos en los bombardeos austriacos de 1912 y sobre la española otra placa recuerda a todos los muertos del Holocausto. La entrada a las sinagogas se hace a través del Museo Ebráico, fundado en 1954, donde se muestra con detalle la historia de los judíos desde que fueron encerrados en el «ghetto», así como una importante muestra de muebles y telas. La entrada al museo permite realizar visitas guiadas a todas las sinagogas excepto a la italiana y hay que tener en cuenta que todos los sábados permanece cerrado ya que esta comunidad sigue celebrando el «sabat». No podemos pasar por alto unos relieves de bronce que se reparten por los muros del «ghetto nuevo», que aluden a la brutalidad de los nazis en los campos de concentración.

Podemos decir que el «ghetto» se divide en tres. «ghetto viejo» (1516), «ghetto nuevo» (1541) y «ghetto novisimo» (1633), que corresponden a las sucesivas ampliaciones que ha sufrido el barrio en su conjunto. En el «ghetto viejo» nos encontramos con la Sinagoga Levantina, con la Española y con la escuela infantil; en el «ghetto nuevo», el más grande», se encuentran las sinagogas italiana, tedesca y cantón, el Museo Ebráico, el Banco Rojo, los relieves alusivos a los campos de concentración y la placa en memoria de Giuseppe Jona, además de un centro de reunión donde se junta toda esta comunidad para leer, rezar o comer juntos, siempre ataviados con la indumentaria propia de un judío ortodoxo: tirabuzones, talit, kipá… y visibles a los ojos de los visitantes y viajeros. Tanto el «ghetto» viejo como el nuevo están salpicados de restaurantes, librerías y todo tipo de tiendas artesanales; el «ghetto novisimo» es el más pequeño de los tres y en el sólo encontramos viviendas.

Una de las curiosidades que encontramos en el «ghetto» es que es el escenario que utilizó William Shakespeare en su obra teatral El Mercader de Venecia, y también que en uno de sus puentes, concretamente entre «guetto» nuevo y viejo, se encuentra la única mujer gondolera que hay en la ciudad, de nombre Chiara. El «ghetto» se encuentra además muy próximo a una de las zonas más desconocidas y de mayor ambiente veneciano, el barrio de la Misericordia, donde podrás disfrutar de una típica comida veneciana o de un spritz hasta altas horas de la noche. El conjunto que forman la Judería con el Barrio de la Misericordia suponen una Venecia desconocida, más tradicional y, si cabe, más hermosa que la Venecia turística.

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